Por tierras manchegas, al sureste la provincia de Toledo, Villafranca de los Caballeros ha estado habitada desde la Edad de Hierro, como lo acredita la necrópolis encontrada junto al río Amarguillo. Cuenta también con testimonios de la presencia romana y musulmana.

El paseo por su callejas y plazas nos descubre un caserío de blanco luminoso salpicado del típico añil manchego. En la calle Cervantes se conserva una casa solariega con escudo familiar y también es reseñable la conocida como Casa Galitos. Destaca su imponente iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción y las numerosas ermitas repartidas por la localidad como la del Santo Cristo de Santa Ana o la de San Antón.

Saliendo de la población por la carretera CM-3130, a solo dos kilómetros, encontramos uno de esos rincones que sorprenden al viajero: el complejo lagunar de Villafranca de los Caballeros, enclave de gran belleza declarado Reserva de la Biosfera.

Este oasis de vida, agua y naturaleza destaca en la planicie manchega como un extraordinario refugio para la fauna y especialmente para las aves. Humedal de gran importancia ecológica, es lugar de peregrinación durante buena parte del año para ornitólogos de todo el mundo que centran su atención en la Laguna Chica, mientras que la Laguna Grande –una de las más grandes de La Mancha– ofrece un amplio abanico de actividades recreativas.

En época estival las toallas, sombrillas y bañadores dan un toque de color a su playa artificial de unos dos kilómetros y medio, donde encontramos zonas de aparcamiento, duchas, puesto de atención de primeros auxilios, juegos infantiles, barbacoas o espacios para la pesca. El viajero encontrará una variada oferta hostelera y otros servicios como alquiler de piraguas y barcas. Además, en la zona abre sus puertas el Aula de la Naturaleza Las Lagunas donde se realiza un extenso programa de educación ambiental en estrecho contacto con la naturaleza.

En estos parajes se encuentran aparte de las lagunas Grande y Chica, ermitas como la de San Isidro, Virgen del Rocío y San Cristóbal, silos, como el del Tío Claudio.