
Explora la ruta de patrimonio andalusí en Castilla-La Mancha y sumérgete en la belleza y la historia de su legado islámico. Descubre siglos de influencia cultural y arquitectónica que enriquecieron el arte y la cultura en la región.
De norte a sur y de este a oeste Castilla-La Mancha nos descubre medinas, castillos, alcazabas, murallas, palacios, mezquitas, baños públicos, fuentes, aljibes, paisajes... Un viaje en el tiempo y en el espacio para ver, sentir, oler, saborear y escuchar la riqueza de un legado cultural único. Al-Ándalus moldeó el actual mapa Castilla-La Mancha, y los itinerarios de estos Caminos de al-Ándalus nos permiten disfrutar de un bello, rico y sorprendente patrimonio material e inmaterial.
El itinerario VI de la ruta, Aljamas y fortalezas santiaguistas en la sierra de Alcaraz, es uno de los diez que atraviesan las cinco provincias de la región y propone un viaje a través del tiempo recorriendo los paisajes históricos de la Sierra de Alcaraz y los Campos de Hellín, al sur de Castilla-La Mancha.
Estas tierras, articuladas por el río Segura y sus afluentes, formaron parte desde mediados del siglo VIII de la cora de Tudmir, una de las divisiones administrativas más influyentes del al-Ándalus oriental.
Un legado andalusí visible en el paisaje
Aquí, la cultura islámica no solo dejó huella en los nombres de los pueblos o en las fuentes históricas, sino también en la forma de trabajar y habitar la tierra. Durante siglos, los pobladores andalusíes moldearon este territorio mediante la creación de sistemas de regadío tradicionales, con acequias y terrazas agrícolas aún visibles en localidades como Letur. También el aprovechamiento inteligente de los recursos hídricos del Segura configuró un paisaje agrario único. Estos elementos, muchos de ellos aún activos, constituyen uno de los paisajes culturales andalusíes mejor conservados del sureste peninsular.
Castillos, órdenes militares y continuidad mudéjar
Aunque la conquista cristiana trajo consigo una intensa actividad constructora, sobre todo impulsada por la Orden de Santiago, los nuevos ocupantes aprovecharon en gran medida la organización islámica preexistente. En puntos como Alcaraz (ḥiṣn al-Karas), Socovos (ḥiṣn Šaqūbū), Yeste o Taibilla, los santiaguistas establecieron fortalezas y encomiendas, muchas de ellas sobre antiguas estructuras defensivas andalusíes.
Pese a los cambios políticos y religiosos, la población islámica mudéjar continuó habitando estas tierras durante los siglos XIII al XV, formando importantes comunidades en lugares como Socovos y Taibilla, hasta las conversiones forzosas de 1502, que marcaron un punto de inflexión en la historia del territorio.
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